La tensión por la crisis del espionaje a varios dirigentes y acivistas independentistas sigue aumentando entre el Gobierno y sus socios en Cataluña. Pero este viernes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Pere Aragonès, han coincidido en un acto en Barcelona y han mantenido un fugaz cruce de palabras en el que el dirigente catalán ha solicitado una reunión cara a cara con Sánchez. “La situación es gravísima, tenemos que hablar”, le ha manifestado Aragonès a Sánchez, según fuentes de la Generalitat.
Apenas ha habido un escueto diálogo de unos minutos entre los dos líderes mientras esperaban la llegada de Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que hoy recibía un premio del Círculo de Economía en las jornadas del ente empresarial en Barcelona. Pero los gestos mostraban claramente que estaban hablando del asunto más delicado que tienen entre manos: la crisis del espionaje. La Moncloa asegura que el presidente no sabía nada sobre el espionaje a Aragonés. Ni lo autorizó ni fue informado, aseguran fuentes de su entorno, porque esa es una decisión que toma el CNI de forma autónoma y solo informa al juez al que pide autorización, pero en los informes que envía al Gobierno nunca se detalla a quién está espiando. Esa es la versión oficial del Ejecutivo que trata además de encapsular el problema en el CNI. La posibilidad de que Sánchez fuerce una dimisión de la directora del centro, Paz Esteban, circula cada vez con más fuerza en el Gobierno. Sin embargo, los independentistas insisten en que no les vale con eso: quieren la cabeza de Margarita Robles, la ministra de Defensa. Y eso es algo que varias fuentes del Gobierno ven muy poco probable en este momento.
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