Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta madrileña, es un veterano comercial sanitario que supuestamente conoce bien el mercado chino, pero en abril de 2020 adquirió mascarillas a una fábrica sin experiencia y poco fiable para que luego un amigo íntimo se las revendiera por 1,5 millones de euros a la Sanidad pública madrileña. La compraventa está siendo investigada desde febrero de este año por los fiscales españoles y europeos como un posible tráfico de influencias y malversación de fondos, pero hasta ahora no se había puesto el foco en varias señales alarmantes que hacen sospechar de la mala calidad del producto.
El fabricante de las mascarillas, la empresa Jiaxing Yinuo Busway Co. Ltd., se dedicaba a hacer cableado eléctrico y solo modificó su objeto social el 3 de marzo de 2020 para incluir la elaboración de productos sanitarios. Con el fin de aparentar calidad, esa compañía aportó tres certificados de laboratorios que supuestamente habían examinado sus mascarillas y acreditado que cumplían con los estándares del mercado europeo y estadounidense: uno es una falsificación del documento de un ente italiano de homologaciones y los otros dos son de centros chinos que no estaban autorizados por el Gobierno de ese país para evaluar material sanitario de protección. Uno de esos certificadores irregulares, que aseguraba que las mascarillas compradas por la Comunidad cumplían con las normas estadounidenses, fue posteriormente advertido de fraude por la Administración de Alimentos y Medicamentos del Gobierno de EE UU (FDA por sus siglas inglesas), según informa a este periódico la portavoz Gloria Sánchez-Contreras.
A pesar de que el portador de una mascarilla defectuosa se jugaba caer enfermo de un virus muy mortífero, no