La defensa de Rafael Correa ha sido más rápida que la Justicia ecuatoriana. El expresidente de Ecuador ha sido reconocido por Bélgica como refugiado siete días antes de que la Corte Nacional de Justicia del país latinoamericano anunciara este viernes que daba paso a una orden de extradición. Correa debe cumplir en su país una condena por cohecho tras ser sentenciado en 2020.
El comisariado general de refugiados y apátridas de Bélgica resolvió el 15 de abril, según adelantó EFE, una resolución por la que le otorga el estatus de refugiado en ese país a quien gobernó durante diez años Ecuador. Desde que Rafael Correa dejó la presidencia en 2017, se mudó a la nación europea de la que es originaria su esposa. Volvió a Ecuador una sola vez más para hacer campaña contra la consulta popular que convocó su sucesor en la presidencia, Lenín Moreno, en la que se sometía a votación la prohibición de reelección en las urnas más de dos veces, lo que cerraba a Correa el regreso a la política ecuatoriana. Desde entonces, el exmandatario ha enfrentado varios procesos judiciales en su país y ha recibido una sola condena en firme por cohecho a ocho años de cárcel y 25 años de inhabilitación política.
La Cancillería de Ecuador ha informado a EL PAÍS de que hasta la tarde de este viernes no ha recibido ni confirmado oficialmente la notificación de que Rafael Correa tenga la condición de refugiado en Bélgica. Tampoco ha llegado a Relaciones Exteriores la orden de extradición emitida por la Corte Nacional para trasladarla a las autoridades belgas. El presidente de la Corte, Iván Saquicela, ha relacionado el nuevo pedido de extradición, precisamente, al caso Sobornos en el que Correa fue considerado autor mediato en una trama sobre los aportes de