Todo estaba listo para que este viernes Felipe VI presidiera, en la sede del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), a las afueras de Madrid, el 20º aniversario de su creación.
El 6 de mayo de 2002, Juan Carlos I firmó la ley que mudaba de piel al viejo Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid), nacido de la fusión de los servicios secretos del franquismo, para dar a luz un centro renovado y homologable a los más avanzados del mundo.
El escándalo de unas escuchas indiscriminadas que alcanzaron al propio Rey había minado su credibilidad y desencadenado la dimisión de un vicepresidente (Narcís Serra), un ministro de Defensa (Julián García Vargas) y del incombustible director del servicio secreto, el general Emilio Alonso Manglano.