La crisis de suministro de fórmulas infantiles en Estados Unidos, que se arrastra desde el año pasado, empeora a medida que pasan los días, hasta el punto de obligar a la Casa Blanca a tranquilizar a cientos de miles de padres —muchos de los cuales recorren largos trayectos en coche en busca de existencias—, al asegurar que “garantizar el suministro de leche infantil para todos es una prioridad máxima” de la Administración presidida por Joe Biden.
Durante meses, como consecuencia de la disrupción de las cadenas de suministro, supermercados y farmacias de todo el país han tenido problemas para almacenar suficiente fórmula para bebés, aunque los fabricantes aseguran que las fábricas y laboratorios están funcionando a pleno rendimiento.
La tasa de desabastecimiento de fórmula para bebés (o leche infantil maternizada) osciló entre el 2% y el 8% en la primera mitad de 2021, pero se disparó exponencialmente en julio pasado. Entre noviembre de 2021 y principios de abril de 2022, la falta de existencias rondaba el 31%, según datos de Datasembly recogidos por varios medios estadounidenses.
Sumado a un desabastecimiento que llegó incluso a paralizar la actividad de algunos sectores, como el de la automoción, una tormenta perfecta se abatió a comienzos de año en los supermercados, con una lista creciente de productos escasos. En los primeros lugares del listado estaban las fórmulas infantiles, cuya escasez iba en aumento, sumando nueve puntos porcentuales la tasa de desabastecimiento en las tres primeras semanas de abril. Ahora el porcentaje ronda el 40% en el país. En seis Estados, más de la mitad de la fórmula para bebés disponible se agotó por completo durante la semana del 24 de abril, según el rastreo de Datasembly. La escasez es