Durnate más de una década, los líderes de las Naciones Unidas del Islam (UNOI) una secta islamita con sede en Kansas (EE.UU) convencieron a cientos de padres de inscirbir a sus hijos en una escuela de Kansas City. Supuestamente, allí iban a recibir una buena educación y a adquirir habilidades y competencias para su futuro.
Pero nada más lejos de la realidad. Los niños, algunos de apenas 8 años de edad, fueron enviados a ciudades de todo el país para trabajar en gasolineras, restaurantes y fábricas en turnos de hasta 16 horas diarias, según los registros judiciales.
Los líderes de la secta religiosa controlaban a los niños con mano de hierro en EE.UU. Vigilaban lo que comían, leían e incluso cómo vestían. Los pequeños tampoco tenían permitido