Nadie sabe los nombres que tendrían cuando les tocó existir, hace siete centurias, pero han sido rebautizados como CP-701, CP-702, y así, uno tras otro, hasta CP-715. Desde el siglo XIV y principios del XV hasta el año 2007, cuando se levantó el suelo de la Capela do Pilar de la catedral de Lugo en una intervención arqueológica, sus huesos durmieron un sueño que parecía eterno después de haber vivido intensamente.
Ahora están de nuevo en el mundo de los vivos, en la facultad de Biología en Santiago, a la espera de futuras pruebas genéticas para llegar un poco más lejos en la busca de su identidad. De momento, lo que se ha podido reconstruir son unas biografías llenas de sobresaltos en una ciudad que se rebelaba contra el feudalismo del
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