Por Elena G. Sevillano (Berlín). En lugar de impedir la expansión de la OTAN, la guerra de agresión de Putin ha conseguido el objetivo contrario: que países no alineados, o neutrales, se planteen pedir la adhesión. Es el caso de Finlandia y Suecia, a los que Alemania apoyaría en caso de que decidieran solicitar la entrada en la Alianza. “Pueden contar con nuestro apoyo”, ha dicho este martes el canciller alemán, Olaf Scholz, tras reunirse con las primeras ministras de ambos países en Berlín. Scholz ha asegurado que la invasión de Ucrania ha cambiado las perspectivas de seguridad en Europa y ha señalado que Putin podría atacar a otros países: “Nadie puede estar seguro de que Rusia no va a volver a romper la legalidad internacional por la fuerza”.
El canciller alemán vuelve a estar bajo presión por su negativa a viajar a Kiev para reunirse con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Anoche, en una entrevista en la televisión pública, reiteró que no está en sus planes y apuntó como motivo el reciente desplante de Zelenski al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, socialdemócrata como Scholz, que intentó viajar a Kiev pero fue rechazado por haber mantenido buenas relaciones con Rusia en el pasado. Ante la negativa del canciller, el líder de la oposición, Friedrich Merz, pretende trasladarse a Kiev en los próximos días, aunque no está claro que pueda reunirse con Zelenski.
Scholz repasó junto a las primeras ministras sueca y finlandesa los giros de 180 grados que ha protagonizado Alemania desde que empezó la guerra, hace más de dos meses. La violación rusa de la ley internacional “representa un punto de inflexión”, dijo. Cuando todo el mundo tenía claro que las fronteras de los Estados eran inamovibles, la agresión rusa