«Que no pase ni una mosca». Esa frase es de Vladimir Putin y la pronunció hace ya semanas, en referencia a la central siderúrgica de Azovstal. Con Mariúpol destrozada por los ataques rusos y controlada por sus tropas, este edificio representa el último bastión de la resistencia ucraniana en la que es seguramente la ciudad más castigada por la invasión. Ahora, más de dos meses después desde el inicio de la guerra, Naciones Unidas confirmó un corredor humanitario para sacar a los civiles de la zona. Sin ataques directos, la planta está rodeada de fuerzas rusas, por lo que esa vía ha necesitado del acuerdo entre la ONU, Rusia y Ucrania. El proceso, además, está monitoreado por la Cruz Roja a través de su Comité Internacional (CICR).
Precisamente con la ayuda de la ONU y del CICR, Ucrania logró este domingo evacuar a entre 80 y 100 civiles refugiados en la acería, después de múltiples fracasos y en lo que Kiev calificó como la operación más difícil desde que comenzó la guerra hace más de dos meses. «Comenzó la evacuación de Azovstal. El primer grupo de unas cien personas ya está de camino hacia la zona controlada» por Ucrania, señaló el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su cuenta de Twitter.
The first accounts of life in the tunnels beneath the Avozstal steelworks in Mariupol are starting to emerge. About 100 civilians have been evacuated & should arrive in the town of Zaporizhzhia tomorrow. «You just can’t imagine what we have been through — the terror.» #Ukraine pic.twitter.com/gFhugwy3nK
— Yalda Hakim (@BBCYaldaHakim) May 1, 2022
El Gobierno de Zelenski calcula que parapetadas en la central hay aún unas 2.000 personas, y han tardado semanas en pactar una salida segura para ellas, sobre todo por la desconfianza