El problema de cocinar las encuestas del CIS es que cada vez van necesitando más aditivos y edulcorantes, y llega un momento que ya no se pueden consumir sin riesgo de sufrir una hiperglucemia. Únicamente en Moncloa las pueden ingerir, pero porque Tezanos les pasa el antídoto que les permite eliminar las mentiras que acumulan.
El caso es que entre el CIS y los pildorazos dominicales de los verdaderos estudios demoscópicos, Sánchez sabe perfectamente como están las cosas y que para completar su hégira necesita asegurar tres coyunturas de su entramado estratégico. Primeramente, solo asegurando el apoyo Frankenstein de populistas, radicales, regionalistas, secesionistas y proetarras conseguirá volver a ganar a la derecha, una vez que parece que