En una entrevista en 2013, cuando era alcalde de Londres, Boris Johnson animaba a acabar con el bullying a los ricos. Decía que, en vez de meterse con ellos, deberían recibir títulos de caballero por su contribución a la Hacienda de Reino Unido, ya que pagaban el 30% de todos los impuestos sobre la renta y del seguro nacional lo que permitía cuidar de sus enfermos y ancianos y construir carreteras, ferrocarriles y escuelas.
Luego fue ministro de Exteriores y ahora, ahí lo tienen, de primer ministro. Aquí, con un discurso como aquel, hubiera suspendido Educación para la Ciudadanía y no pasaría de primarias en su barrio. Pero allí lo sigue practicando y no le va mal. Seguramente aprendió de su paisano Scruton aquello de «a los pobres no se les