El olfato es, a menudo, el más discreto de los sentidos. No nos damos cuenta de su importancia hasta que falta. Oler comida podrida, identificar peligros como el gas o algo quemándose… El olfato es más importante de lo que somos conscientes. Y por ello vivir sin olfato es más complicado de lo que parece. Todo el mundo sabe que uno de los síntomas más significativos del Covid es la pérdida de olfato: mientras la gran mayoría de contagiados lo recupera a las pocas semanas de curarse pero una cuarta parte de ellos mantiene problemas olfativos después de superar la enfermedad que aterrizó en la sociedad mundial en 2020.
Durante los últimos meses, las vacunas han ganado terreno a la pandemia y la incidencia del virus ha bajado significativamente.