No es verdad que sea la suerte es el título de la voluminosa autobiografía del editor vitoriano Ernesto Santolaya, fallecido el día 20 a los 86 años. Un título críptico que remite a su convicción de que es la cuna lo que marca por completo nuestro destino, sin posibilidad de que la suerte, el esfuerzo o la educación sean capaces de corregirlo. Una mirada final de un escéptico que corregía su pesimismo vital en la ducha de cada mañana, convenciéndose para la jornada de que precisamente ese día iba a descubrir una mina de oro en Alaska.
Y, sin embargo, nada de su vida fue eso porque Ernesto, un auténtico self-made man —”otra patraña humana”, decía— nació en 1935 en Huérteles, en las Tierras Altas sorianas, en la frontera con La Rioja. A sus