La Real Academia Española (RAE) dio un giro fundamental hace tres décadas en su política lingüista activa. Tiró de raíces y esencias globales y de ahí en adelante impulsó el panhispanismo como estrategia, filosofía y método de trabajo.
No se trataba más que de volver a la senda que predicó el venezolano Andrés Bello, maestro de Simón Bolívar, tras las independencias en el siglo XIX: reivindicar el español como una identidad cultural común. Tan de México, Centroamérica y el cono sur del continente como de España o ahora, con fuerza, Estados Unidos.