No solo las primeras lecturas o los cuentos de los abuelos han sido inspiradores para la literatura. Cada vez más escritores reivindican la música como su dios tutelar. Muchos confiesan que la vocación les llegó en la infancia no a través de otros libros, sino de canciones con letras que depositaban en su memoria historias y sentimientos a veces todavía ajenos y difíciles de entender para un niño. La deuda de la literatura con la música como despertador del deseo de escribir la reconocen nombres como Sergio Ramírez con los boleros, Wendy Guerra con los sones, Lorena Salazar Masso con Nina Simone, Miguel Ángel Oeste con los Beatles, María Fernanda Ampuero con las baladas de los setenta y ochenta o Summer Pierre con Suzanne Vega.
Del puro