Ayer me visitó mi amiga Olivia con sus ojitos maliciosos súper negros. Olivia es una gran hedonista. Pasarlo bien es lo único que pide a la vida, aunque su manera de entender la diversión es bien contraria a la de la mayoría. Adoro sus impertinencias y sus salidas, su altivez de clase privilegiada, su cultura y su ironía. Es una deliciosa snob intelectual. Nos sentamos en el patio. Me puso al día de la actualidad con sus extravagantes movimientos, tan sofisticados como escandalosos. Su compañía me divierte muchísimo, no sólo por su agudo espíritu crítico, sino porque observarla es como asistir a un entremés parisino sin salir de casa.
Comenzó hablando de Belarra, esa mujer de turbia inspiración. La secretaria general de Podemos -o Podemas o