Como cualquier otro día, aquella mañana de 1945, el ingeniero Percy Spencer se encontraba en las instalaciones de Raytheon trabajando en la fabricación de radares. A sus 61 años era todo un referente en la empresa, proveedora del Departamento de Defensa de EEUU. Gracias a sus innovaciones en el sistema de producción, habían podido aumentar muchísimo el número mensual de aparatos confeccionados. El radar era un invento muy reciente, basado en una tecnología muy innovadora que había tenido un papel destacable en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, ya que permitía prever los ataques aéreos del enemigo.
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Aunque la guerra había terminado, Spencer seguía perfeccionando las prestaciones de los nuevos radares. Aquella mañana de