Carlos Ayudarte casi nació predestinado para el oficio que desempeña, un trabajo en el que ha tenido que fajarse con varios incendios forestales de envergadura, el último este verano. Desde hace un mes, este bombero de La Palma se traga su impotencia ante momentos que le están dejando «marcado».
Carlos espera en el punto de control de acceso a La Laguna, en Los Llanos de Aridane, a que le toque el turno de acompañar a algún vecino que quiera seguir vaciando su casa, poniendo todos sus recuerdos a salvo de la colada que lleva días parada a la entrada del pueblo, pegada ya a la oficina de La Caixa, a solo unos metros de la iglesia.